El talento de Beatriz

Me encantaba ver sus ojos clavados en el papel. Mientras reía, estudiaba, pintaba un cuadro. A su lado yo era insignificante. Una pieza más en su loca vida de artista. Ella, tan bohemia, con sus camisas bombachas y sus chanclas de esparto. Y así todo el verano. Mirándola mientras amaba su mundo.

Por la noche solía venir a mi cuerpo. Utilizaba mi torso de lienzo y su lengua de pincel. Tan mojada que parecía haber salido directamente de la ducha, tan empapada la sábana del calor de agosto. A veces el verano todo lo seca pero no era nuestro caso.

Septiembre llegaba y con ello la añoranza temprana del sexo a deshoras. Ella volvía a Madrid pero solía dejarme una habitación llena de retratos. Beatriz amaba sentirse deseada, de ahí la tremenda crueldad de sus pinturas. Desnudos, primero planos, sonrisas…

Cada noche antes de dormir me encontraba con ella entre el aroma a óleo y tintas de colores. Su cuerpo aparecía de entre la penumbra de la noche de otoño, entre trazos y curvas mareantes que asemejaban las líneas de su imagen. Sus grandes pechos se mostraban tumbados, erguidos, apetecibles.

Me gustaba cerrar los ojos para imaginármela de verdad, de nuevo encima de mí. Nadie como ella conseguía excitarme de una forma parecida. Solía decirme que yo era su preso cada vez que se abría de piernas para apretar mis caderas. Jugaba a imaginarse de amazonas sobre mi lomo, cabalgándome placenteramente mientras debía acatar sus órdenes a través de los gemidos.

Sabíamos que al fundirnos en uno la firma de nuestros encuentros quedaba grabada de por vida. Dentro, muy dentro de ella, me gustaba acabar muriendo de placer mientras sabía que el ocaso de los días de verano haría morir de nuevo mi primer amor de adolescencia.

Mi madre había contratado a Beatriz, una amiga suya de la infancia, para enderezarme después de mis idas y venidas con el alcohol. Ella pensaba que Bea sería capaz de hacerme amar la vida, las artes pero lo que no sabía mi madre es que a través de esta mujer conocería lo que es el amor, el sexo llevado al extremo, la delicadeza de una piel sobre mi cuerpo, el ansia por sentir más y sentirlo ahora.

Septiembre llegó con más arte que nunca. Más ganas de volver a ver la obra de Beatriz. Personas que son arte, sexo convertido en talento.

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