Fetichismo a la carta

Que la comida Japonesa es muy exótica para el paladar de los occidentales no es algo nuevo. Que lo erótico de esos manjares pasen por llevarse a la boca el trasero de una mujer nipona sí lo es. Estamos hablando de un nuevo tipo de restaurante donde lejos de servir sushi, los culos son el plato principal de la casa

Aún no han llegado hasta España pero en el país del sol naciente ya son toda un revolución. Por un precio que oscila entre los 100 y los 250 euros se puede disfrutar de apetitosas nalgas, traseros depilados o culos entrados en carnes a petición del consumidor.

El requisito para poder degustar este 'manjar' es el de incrustar la cara entre los dos carrillos y comenzar a comer como si ni hubiese un mañana. Está claro que el estómago no se llegará a llenar por más horas que empeñes 'comiendo culo' eso sí, las ansias de chupar los lugares más recónditos del ser humano quedan saciadas al menos durante un tiempo.

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Lo realmente curioso del lugar es que los traseros emergen de una especie de lavadora sin tapadera en cuya parte superior se encuentra "la carta" o más bien dicho..."la carta de presentación" de las supuestas mujeres a las que se está degustando. Algo absurdo si los ojos de los comensales están tapados con antifaces.

Más allá de esta nueva modalidad de restaurantes, Japón siempre se ha caracterizado por ser un país en el que el culto al sexo roza en ocasiones el límite de las parafilias. Por una parte encontramos la belleza de las Geishas. Estas mujeres, vanagloriadas por la sociedad, no eran, ni son prostitutas, son artistas de la seducción especializadas en el canto, el baile y educadas de forma exquisita en saber estar y protocolo.

Por otra parte, en la ciudad de Osaka encontramos la zona roja más grande del país. Se llama Tobita Shinchi. Por sus calles, esquinas y locales, ejercen la profesión más antigua del mundo cientos de mujeres a cada cual más diferente la una de la otra.

Pero además de las prostitutas y las geishas existen otros lugares en donde dar rienda suelta a las fantasías sexuales más raras y locas del mundo. Los Clubes de Imagen o Imekuras son lugares en donde el fetichismo relacionado con las profesiones más cachondas campa a sus anchas. Policías, enfermeras, azafatas, en definitiva, los disfraces más recurrentes de cualquier local de striptease. Los más conocidos son los  Maid Cafés.En estos lugares las camareras visten como criadas y tratan a la clientela como si de sus amos se tratasen.

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También nos podemos topar con los Salones Rosas, locales especializados en el sexo oral. En estos lugares los hombres se sientan a tomar lo que les plazca mientras las señoritas se acercan y les practican una felación. Eso sí, no vale pedirse un café y tirarse toda la tarde con el mango al aire. Los bonos duran aproximadamente entre 10 y 15 minutos, por lo que si la consumición se le ha acabado los bonos se deben renovar.

No podemos dejar de hablar del famoso burdel June Bride Soapland. Una vez dentro de este local de perversión los varones llegan a pagar la cifra desorbitada de 92.000 yenes, unos 615 euros, solo para que chicas vestidas de novia los aseen mientras de fondo se escucha la marcha nupcial del compositor alemán Richard Wagner.

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Si las bodas te dan repelús siempre puedes optar por un lugar diferente en donde las chicas, lejos de ir ataviadas con un traje blanco, lo hacen con el disfraz preferido del cliente. Es el Cosplay Garden Club. El anime se hace realidad para el disfrute del usuario.

Si el sexo te hace subir al cielo, en el Air Touch Club de Osaka te sentirás directamente en él. En este lugar los clientes viajan sin moverse del suelo en "clase business" mientras que las azafatas están a su disposición para todos los deseos que se les pase por la cabeza.

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Y si eres un tocón de metro ya no te la tienes que jugar con la justicia. El Densha Go Go es un vagón de tren con capacidad hasta para 14 personas acompañados por un grupo de señoritas a las que manosear sin necesidad de que el revisor te saque de la pechera del tren.

A veces toca hacer de malo y en otras ocasiones de bueno pervertido. Es lo que ocurre en Gambo, un local en el que el consumidor hace las veces de policía e interroga a una mujer en una celda con su foco, sus esposas y hasta con un espejo en el suelo.

Está claro que con este tipo de locales los fetichismos más perversos pueden llegar a realizarse sin necesidad de tener que vérselas con las autoridades. Después de todo lo aprendido hoy, el pescado crudo no es lo único que huele raro en algunos locales del fetichista imperio del sol naciente.

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