«Internet crea penes y vaginas andantes. Nos olvidamos que somos personas»

Sexólogo, psicopedagogo y maestro de educación especial. Raúl González no es un profesional cualquiera. Enfoca su trabajo a orientar a aquellos que son más vulnerables ante las amenazas externas en todo lo referente al sexo: los discapacitados. Él hace capaz lo que la sociedad se encarga de ensuciar con falsos mitos

Si el amor, las relaciones o el sexo ya son de por sí complicados, imaginaos cómo debe ser enseñar a un adolescente con algún tipo de diversidad funcional mental que el exhibicionismo, por ejemplo, no responde a las leyes de conducta que impone la sociedad.

Raúl González me hace un hueco en uno de los recreos del centro donde trabaja, la fundación Carmen Pardo-Valcarce, donde dirige el turno de día. Su labor se enfoca al aprendizaje con personas que tiene algún tipo de discapacidad intelectual o enfermedad mental.

Nos retrasamos... Uno de sus chavales llama a su puerta. El recreo manda, es hora de descanso para todos menos para Raúl, que decide hacerme hueco en su agenda. Me hallo perdida en el maravilloso mundo de la medicina y como no quiero quedar de cateta, me tiro a la piscina con esta primera pregunta:

¿Qué diferencia a un médico urólogo o ginecólogo, un psicólogo, un sexólogo y un entrenador sexual?

El médico es especialista en atender dificultades que aparecen donde existe una enfermedad. El psicólogo interviene en la salud emocional de las personas y en todas las dificultades que surjan en cuanto a ello. Desde la psicología se abordan también temas de pareja pero lo ideal es que sea un sexólogo el encargado de hacerlo pues dentro de la psicología sólo es una asignatura más de muchas otras.

Formarse como sexólogo exige hacer un postgrado, especializarse en el erotismo, las emociones y las relaciones de pareja. El entrenador o coaching sexual ayuda a las personas a utilizar sus genitales en caso de haber sufrido un accidente, no saber usarlos o avanzar con sus parejas en el sexo.

¿Qué es para ti el sexo?

El sexo no es solo algo que hacen hombres y mujeres para pasar un buen rato o procrear. El sexo es mucho más. A través de las relaciones sexuales las personas aprenden a conocer su cuerpo, a sentirse a sí mismos y a relacionarse unos con otros. Somos seres sexuados como el resto del mundo y a través de ello nos socializamos.

¿Consideras que la sexología debería tratarse como materia de estudios en los institutos?

Lamentablemente en España fracasamos en educación sexual. En otros lugares de Europa o EEUU hay más acceso a la educación sexual pero no llega de ser del todo efectiva. Cuando se realizan charlas para adolescentes, lo normal es que sólo se hable de lo cómo usar los genitales, qué hacer para no quedarse embarazada o prevenir un herpes. Aparte de lo interesante de la prevención, sería bueno poder hablar de relaciones de pareja, la forma de gestionar un despecho, los celos... El no saber a lo que atenerte en cuestiones como estas crea mucha frustración en la persona.

¿Internet es un fuente fiable?

Internet es bueno cuando se sabe utilizar pero lamentablemente no lo hacemos. Algunos de los casos más complicados que trato en estos momento es el acceso de estos adolescentes a Internet. Sus edades comprenden de los 16 a los 20 años. Debemos enseñarles que hay que tener especial cuidado con las redes sociales para que no sean víctimas del sexting [intercambios de fotografías donde hay desnudo explícito a través de Internet u otras actitud que pueden suponer un atentado contra la intimidad y el honor de la persona]. Este colectivo es mucho más vulnerable a pederastas, pedófilos y existe un riesgo importante de que caigan en sus redes.

Los primeros educadores sexuales deben ser los padres. Su función es que hacer que sus hijos entiendan su cuerpo,  lo que es la intimidad y la privacidad. Se realiza con actos como dejar que se duchen solos, por ejemplo.

¿Hablar abiertamente de la sexualidad promueve una mayor actividad sexual? 

No. Hablar de sexo promueve que la gente se informe, se forme y sigan preguntando sobre todas las cuestiones que les quedan en el aire. La palabra sexo en sociedad se asemeja a pene y vagina pero no solo es eso. Somos hombres y mujeres que nos relacionamos entre sí, sin dejar de lado el control y gestión de las emociones. En sociedad, sexo es igual a negativo, un mensaje contraproducente que daña a las personas y les crea frustración.

¿Piensas que la insatisfacción es un invento del siglo XXI?

Siempre ha existido insatisfacción pero es ahora cuando hablamos de ello. La industria farmacéutica interviene bastante en el uso de medicamentos para solventar problemas de disfunción eréctil. A pesar de ello muchos jóvenes recurren a medicamentos como cialis o viagra para rendir más en la cama. Volvemos a hablar de frustraciones. Vivimos en un momento de inconformismo y si el cuerpo no proporciona lo que queremos se recurre de forma errónea a medicamentos.

¿Estamos en un momento en el que todo lo marca el sexo? 

La hipersexualización está presente en medios de comunicación, publicidad... Hay cantidad de información sobre sexo pero el tema sigue siendo el mismo; penes y vaginas. ¿Qué quedó de las relaciones de pareja, de superar una ruptura, de aprender de un error?. ¿Cómo le digo a mi pareja que le he puesto los cuerno? Para el mundo somos genitales andantes.

Dicen que en casa de herrero cuchillo de palo...¿Has tenido que acudir en algún momento al sexólogo?

En casa del herrero hay muchos cuchillos, algunos de palo y otro de metal bueno. Los sexólogos también pueden tener problemas de pareja pero lo bueno es que lo gestionamos más rápidamente. La comunicación  con otro profesional y propia pareja es esencial para atajar el mal de raíz.

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