Las parejas que tienen poco sexo son más felices

Dicen que el dinero no da la felicidad. Ahora, varios estudios sobre frecuencia sexual afirman que mantener relaciones sexuales en abundancia tampoco nos hace mirar al mundo con mejores ojos. Cuando echar un polvo se convierte en una tarea más del día a día, causa estrés y frustración. Lo ideal sería llegar a un término medio pero en el sexo, como en el dinero, ¿quién no está dispuesto a que le caiga la lotería?

Según un estudio realizado por la Universidad de Brigham Young en Utah, EEUU, las parejas que tienen poco sexo son más felices. La razón que argumentan es que el tiempo que no pasan en la cama lo invierten comunicándose entre sí, comentando su día a día y solucionando los problemas que puedan surgir entre ellos.

Otras corrientes admiten que no importa el número de veces que una pareja tenga sexo a la semana o la frecuencia con la que se vayan a la cama sino la calidad de cada una de las relaciones sexuales. Para Amu Muise, psicóloga social de la Universidad de Toronto, la felicidad y el sexo están conectados por una relación causa-efecto. Esto quiere decir que una pareja puede llegar a ser mucho más feliz echando un polvo cada quince días mientras otras, que son como conejos, no disfrutan del sexo como deberían hacerlo.

Un tercer estudio realizado también por la Universidad de Toronto admite que las parejas son felices cuando tienen sexo una vez a la semana. El incremento del mismo es directamente proporcional a su insatisfacción con la pareja por lo que la felicidad es también menor.

Todas las afirmaciones anteriores tienen un denominador común: todo aquello que provoca placer nos hace felices siempre y cuando se lleven a cabo con moderación. Algo parecido ocurre con el alcohol, el azúcar o el dinero. En el momento en el que se abusa de determinadas sustancias, entiéndase el sexo como oxitocina en vena, comienza el declive de la pareja.

El estrés tiene bastante que ver son ello. En el mundo en el que vivimos no tenemos tiempo apenas para el ocio. La vida "normal" de una persona se basa en trabajar 8 horas al día, de lunes a viernes, cuidar de una familia, tener vida social, practicar algún deporte, dormir y comer. El sexo acaba relegado a un segundo plano, por eso, las parejas que se toman el sexo como una obligación más de su día a día, están condenadas al fracaso cuando no lleguen a cumplir con su objetivo.

El sexo no es por tanto un medidor de felicidad entre dos personas. Es cierto que une y puede servir como válvula de escape ante las rencillas del día a día pero no son capaces de solucionar problemas endémicos como los celos, la inseguridad o la falta de respeto.

Lo que está claro es que el sexo es fundamental para forjar la vida en pareja. Da igual si una semana se echan tres polvos y a la siguiente ninguno. Tampoco son buenas las comparaciones pues cada relación establece sus propios ritmos y biorritmos. Al final el sexo de calidad prima por encima de la frecuencia. A veces no se confirma eso de que lo bueno, si es breve, dos veces bueno.

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